A todos mis lectores, a mis fabulosas lectoras, MIL DISCULPAS POR LA DEMORA. Acá lo subo, saludos. Y mil gracias por todo.
***
En el capítulo anterior:
(...)“Volví a mi casa, entusiasmada por haberlo conocido: Simpático, de gestos graciosos, su aire porteño y ese toque nerdie que siempre me agradó.”
Acababa de terminar con una relación, ¿Era necesario sentir de nuevo esa oruga estomacal que te hace volver a buscar un amor? No, realmente no. Pero en el fondo, sabía que quería. Sabía que aunque no quisiera, estaba más que escrito: lo iba a volver a ver, iba a preguntarle si tenía novia, si estudiaba algo o le interesaba algo, de qué signo era, qué le gusta hacer en su tiempo libre, qué música escucha (aunque ya me lo figuraba al estilo Green Day, o quizás algo más como Pink Floyd, o incluso The Beatles)... Y la prueba de fuego: Sacaría el tema de la homosexualidad, y eso haría que me gustara con locura o que me desagradara por completo.
***
Esa misma noche me mandó un mensaje:
“Técnico: 153 225781. Mañana te veo de nuevo, verdad?”
Sí, por amor al Cielo, sí, sí, sí, obvio que voy, voy y me quedo todo el día con vos, SÍ.
Le contesté:
“Genial, ya lo agendé. Si tengo un ratito me llego al Ciber.”
Tenía todos los ratitos del mundo, todos para él.
Fui, tal como había planeado, con mi ropa de “Es un buen día, día de éxito”: Jeans negros, ni muy ajustados ni muy sueltos. Remera verde militar con moño negro, que se parece bastante a mi actitud positiva frente a la vida (al menos cuando la tengo), zapatillas verdes con abrojo, cartera de charol negra y saco vintage de lana gris, el mismo que uso cada vez que necesito compañía de cualquier tipo.
Ésta vez, él salió del mostrador para darme un beso. Apenas se acercó noté su perfume, exquisito, maravilloso, digno de ser olido. Tenía el pelo despeinado, hermosamente despeinado. Una camisa roja a cuadros, unos jeans geniales y zapatillas Converse. Dios mío, casi tuve que contener mi saliva para que no cayera por la comisura de mis labios. Era muy lindo y, ahora que lo veía a la luz del Sol de la tarde, podía pensar que era tan bello que se me haría imposible acercarme a esa boca sin apelar al secuestro.
El Ciber estaba vacío, me dijo que a esa hora, los Lunes nunca iba nadie, y me convidó su Coca-Cola dirigiéndome hacia la puerta, íbamos a sentarnos en la verja de la vereda del Ciber, a conversar un poco. Y acá vino el cuestionario.
Resultó que empezamos con el pié izquierdo: Tenía novia y, como siempre, dijo que “Está todo mal y ya no la quiero”... Sea como sea, él ya tenía compañía al lado, y no creo que cambiara a su novia actual, aunque habláramos de una perra arpía, por lo yo que soy, lo que era, o lo que quedaba de mí en ese entonces. Ya había perdido el interés en él, pero por cuestiones de etiqueta, seguí escuchándolo.
Estudiaba diseño gráfico, tenía 19 años, era de Virgo. Amaba cocinar, ver películas (sobre todo Star Wars). Amaba The Beatles, pero también a Michael Jackson y a tantos otros a los que mi conocimiento se mantiene ajeno... ¿Había un ser más fantásticamente hecho para mí en este mundo? Todavía me lo pregunto, y espero que ese ser ALGÚN DÍA SE DIGNE A LLEGAR A MÍ.
La conversación terminó en cuanto decidí que ya no había más nada que hacer, y el encanto se le fué por completo cuando citó dos veces a Shakespeare: Un fragmento de Hamlet, y uno de Romeo y Julieta. Espantoso, really frightening. Me despedí con un beso y con la excusa que se me hacía tarde para... ¿Ir a buscar a mi primita al jardín? Por Dios, ¡Qué mentira horrenda! Nunca supe a dónde era el jardincito de porquería de mi prima, ni me interesa en absoluto.
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En el capítulo anterior:
(...)“Volví a mi casa, entusiasmada por haberlo conocido: Simpático, de gestos graciosos, su aire porteño y ese toque nerdie que siempre me agradó.”
Acababa de terminar con una relación, ¿Era necesario sentir de nuevo esa oruga estomacal que te hace volver a buscar un amor? No, realmente no. Pero en el fondo, sabía que quería. Sabía que aunque no quisiera, estaba más que escrito: lo iba a volver a ver, iba a preguntarle si tenía novia, si estudiaba algo o le interesaba algo, de qué signo era, qué le gusta hacer en su tiempo libre, qué música escucha (aunque ya me lo figuraba al estilo Green Day, o quizás algo más como Pink Floyd, o incluso The Beatles)... Y la prueba de fuego: Sacaría el tema de la homosexualidad, y eso haría que me gustara con locura o que me desagradara por completo.
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Esa misma noche me mandó un mensaje:
“Técnico: 153 225781. Mañana te veo de nuevo, verdad?”
Sí, por amor al Cielo, sí, sí, sí, obvio que voy, voy y me quedo todo el día con vos, SÍ.
Le contesté:
“Genial, ya lo agendé. Si tengo un ratito me llego al Ciber.”
Tenía todos los ratitos del mundo, todos para él.
Fui, tal como había planeado, con mi ropa de “Es un buen día, día de éxito”: Jeans negros, ni muy ajustados ni muy sueltos. Remera verde militar con moño negro, que se parece bastante a mi actitud positiva frente a la vida (al menos cuando la tengo), zapatillas verdes con abrojo, cartera de charol negra y saco vintage de lana gris, el mismo que uso cada vez que necesito compañía de cualquier tipo.
Ésta vez, él salió del mostrador para darme un beso. Apenas se acercó noté su perfume, exquisito, maravilloso, digno de ser olido. Tenía el pelo despeinado, hermosamente despeinado. Una camisa roja a cuadros, unos jeans geniales y zapatillas Converse. Dios mío, casi tuve que contener mi saliva para que no cayera por la comisura de mis labios. Era muy lindo y, ahora que lo veía a la luz del Sol de la tarde, podía pensar que era tan bello que se me haría imposible acercarme a esa boca sin apelar al secuestro.
El Ciber estaba vacío, me dijo que a esa hora, los Lunes nunca iba nadie, y me convidó su Coca-Cola dirigiéndome hacia la puerta, íbamos a sentarnos en la verja de la vereda del Ciber, a conversar un poco. Y acá vino el cuestionario.
Resultó que empezamos con el pié izquierdo: Tenía novia y, como siempre, dijo que “Está todo mal y ya no la quiero”... Sea como sea, él ya tenía compañía al lado, y no creo que cambiara a su novia actual, aunque habláramos de una perra arpía, por lo yo que soy, lo que era, o lo que quedaba de mí en ese entonces. Ya había perdido el interés en él, pero por cuestiones de etiqueta, seguí escuchándolo.
Estudiaba diseño gráfico, tenía 19 años, era de Virgo. Amaba cocinar, ver películas (sobre todo Star Wars). Amaba The Beatles, pero también a Michael Jackson y a tantos otros a los que mi conocimiento se mantiene ajeno... ¿Había un ser más fantásticamente hecho para mí en este mundo? Todavía me lo pregunto, y espero que ese ser ALGÚN DÍA SE DIGNE A LLEGAR A MÍ.
La conversación terminó en cuanto decidí que ya no había más nada que hacer, y el encanto se le fué por completo cuando citó dos veces a Shakespeare: Un fragmento de Hamlet, y uno de Romeo y Julieta. Espantoso, really frightening. Me despedí con un beso y con la excusa que se me hacía tarde para... ¿Ir a buscar a mi primita al jardín? Por Dios, ¡Qué mentira horrenda! Nunca supe a dónde era el jardincito de porquería de mi prima, ni me interesa en absoluto.
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(Parte III, y última)
(...) “El encanto se le fue por completo cuando citó dos veces a Shakespeare: Un fragmento de Hamlet, y uno de Romeo y Julieta. Espantoso, really frightening.”
Vía Messenger, él me invitó al cine, me dijo que era interesante, que tenía una sonrisa hermosa, que quería verme algún día afuera del trabajo... Y ya me figuraba la idea de él sentado a mi derecha, y su novia, la perra arpía a mi izquierda, sacando del tacho del pururú los granos duros y arrojándoselos a su novio. No, no puedo. Me supera.
Llamé a mi mejor amiga:
– Che Aye, soy yo... -Ni siquiera había formulado qué decirle, solamente tenía ganas de escuchar una opinión-.
– ¡Mejorci! -con su cálido saludo se me calmaron las ansias-.
– Hola, mi amor, ¿Cómo andás?.
– Bien, bien, mi vida -Por Dios, nunca nadie fué tan cariñoso conmigo como ella-. ¿Qué pasa?
– ¿Viste ese chico del Ciber del que te hablé? -creo que mi voz temblaba un poco-.
– Sí, sí, el Maestro Yoda...
– Ja, ja, che, ¡No le digas así!
– ¿Te hizo algo?
– No, no, me invitó al cine.
– Ah, pero entonces es un estúpido.
– ¿Eh? -realmente me sorprendió su respuesta, ¿Qué culpa tenía el Maestro Yoda de tener novia?- Pobrecito, todo bien con él.
– Sí, pero digo, él tiene novia... -ella hizo una pausa y prosiguió- y bien que anda de trampas...
– ¡Cuack! ¿Qué trampas? ¡Nada que ver!
– En fin, yo en tu lugar no le contestaría más, es un salame.
– Ja, ja, ja, pero está re fuerte, boluda -típica, tipiquísima respuesta mía. Me quedé pensando mientras me daba mil razones por las que no tenía por qué seguir con ésto- ¿Sabés que? Tenés razón.
Aye siempre tiene razón, es una chica sabia, racional, simpática y con el corazón más puro del mundo: Un combo que me cae como anillo al dedo.
***
Buzón de mensajes de mi celular:
1) Maestro Yoda: Membrilla, no te vi más, ¿Todo bien?
2) Papá: ¿A qué hora te volvés?
3) Maestro Yoda: ¿Hice algo que te jodiera, o no tenés crédito?
4) Maestro Yoda (Cinco minutos después): Veo que hice algo, me eliminaste del mail.
5) Maestro Yoda: Pensé que habíamos pegado onda...
(¡Sí, la misma onda que te pegaría en la frente a vos y a tu Perra Arpía!)
6) Maestro Yoda: Ni me voy a hacer mala sangre por vos.
7) Enque: Membri, ¿Nos vemos en Buen Pastor?
8) Maestro Yoda: Bueno, te hacés la exquisita, sos una tarada, nena, no sé qué pretendés, estás loca, tenés un problema serio de decisión, andate a la mierda vos y el plan del cine.
Ah bueeeeeeeeeeeeno. Ah bueno. Chau Maestro Yoda, señorito Buena Sangre, te veo en el Placard, hacete amigo, sociabilizá ahí adentro, que está saturado de inútiles como vos. Espero verte antes de que te coman las polillas.
Con el record por la entrada más violenta (vía patadón), pasó a ser un muerto en el placard... Un chico con novia, con ganas de jugar un poco y bochado por primera vez en su vida. Es difícil, y cuesta darse cuenta. Algunas personas funcionan mejor estando solas. Otras personas prefieren funcionar en conjunto, de a dos. Y hay otro grupo de personas, espero que sean minoría, y son aquellas que... Simplemente no funcionan.
(...) “El encanto se le fue por completo cuando citó dos veces a Shakespeare: Un fragmento de Hamlet, y uno de Romeo y Julieta. Espantoso, really frightening.”
Vía Messenger, él me invitó al cine, me dijo que era interesante, que tenía una sonrisa hermosa, que quería verme algún día afuera del trabajo... Y ya me figuraba la idea de él sentado a mi derecha, y su novia, la perra arpía a mi izquierda, sacando del tacho del pururú los granos duros y arrojándoselos a su novio. No, no puedo. Me supera.
Llamé a mi mejor amiga:
– Che Aye, soy yo... -Ni siquiera había formulado qué decirle, solamente tenía ganas de escuchar una opinión-.
– ¡Mejorci! -con su cálido saludo se me calmaron las ansias-.
– Hola, mi amor, ¿Cómo andás?.
– Bien, bien, mi vida -Por Dios, nunca nadie fué tan cariñoso conmigo como ella-. ¿Qué pasa?
– ¿Viste ese chico del Ciber del que te hablé? -creo que mi voz temblaba un poco-.
– Sí, sí, el Maestro Yoda...
– Ja, ja, che, ¡No le digas así!
– ¿Te hizo algo?
– No, no, me invitó al cine.
– Ah, pero entonces es un estúpido.
– ¿Eh? -realmente me sorprendió su respuesta, ¿Qué culpa tenía el Maestro Yoda de tener novia?- Pobrecito, todo bien con él.
– Sí, pero digo, él tiene novia... -ella hizo una pausa y prosiguió- y bien que anda de trampas...
– ¡Cuack! ¿Qué trampas? ¡Nada que ver!
– En fin, yo en tu lugar no le contestaría más, es un salame.
– Ja, ja, ja, pero está re fuerte, boluda -típica, tipiquísima respuesta mía. Me quedé pensando mientras me daba mil razones por las que no tenía por qué seguir con ésto- ¿Sabés que? Tenés razón.
Aye siempre tiene razón, es una chica sabia, racional, simpática y con el corazón más puro del mundo: Un combo que me cae como anillo al dedo.
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Buzón de mensajes de mi celular:
1) Maestro Yoda: Membrilla, no te vi más, ¿Todo bien?
2) Papá: ¿A qué hora te volvés?
3) Maestro Yoda: ¿Hice algo que te jodiera, o no tenés crédito?
4) Maestro Yoda (Cinco minutos después): Veo que hice algo, me eliminaste del mail.
5) Maestro Yoda: Pensé que habíamos pegado onda...
(¡Sí, la misma onda que te pegaría en la frente a vos y a tu Perra Arpía!)
6) Maestro Yoda: Ni me voy a hacer mala sangre por vos.
7) Enque: Membri, ¿Nos vemos en Buen Pastor?
8) Maestro Yoda: Bueno, te hacés la exquisita, sos una tarada, nena, no sé qué pretendés, estás loca, tenés un problema serio de decisión, andate a la mierda vos y el plan del cine.
Ah bueeeeeeeeeeeeno. Ah bueno. Chau Maestro Yoda, señorito Buena Sangre, te veo en el Placard, hacete amigo, sociabilizá ahí adentro, que está saturado de inútiles como vos. Espero verte antes de que te coman las polillas.
Con el record por la entrada más violenta (vía patadón), pasó a ser un muerto en el placard... Un chico con novia, con ganas de jugar un poco y bochado por primera vez en su vida. Es difícil, y cuesta darse cuenta. Algunas personas funcionan mejor estando solas. Otras personas prefieren funcionar en conjunto, de a dos. Y hay otro grupo de personas, espero que sean minoría, y son aquellas que... Simplemente no funcionan.
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