Acepto que soy una persona sumamente dramática, escandalosa, exagerada, emocionalmente inestable y de humor discutible, pero, aun así, siempre detesté con toda mi alma que la gente le tuviera lástima a mi soledad o a la soledad de cualquiera, por más asumido que éste lo tuviera. ¡Al placard todos los buenos samaritanos de la caridad amorosa! ¡Al mismísimo mueble del infierno a quienes se jactan de tener una perfecta relación con sus cónyuges! ¡Brindis! ¡Brindis por aquellos que disfrutan de su independencia! ¡Y brindis, también, por quienes, aunque estén solos sin querer, no se están cortándose las venas por ello!
¿Será que sólo yo he advertido sus lastimosas miradas? ¿Será que quienes están solos de verdad se sienten tan afligidos como para callarse? “El que calla, otorga” dice la lengua popular. No me callo, alzo la voz ante los cuatro vientos a la vez (no me pregunten cómo he de hacer) y grito, grito que no quiero su clemencia, su misericordia, su compasión. Grito (aunque mienta) que estoy sola porque así quiero estar.
Después de todo, a la hora de morir, morirá solo también aquel que ha ahogado sus oídos de cursilerías banales o de llantos entre botellas de vodka. A lo sumo tendrá más flores en su entierro aquel que se ha casado. ¿Pero a quién le importan las flores?
Y yo, que a los dieciocho años de edad llegué a sentirme incómoda al ver que de los tres hermanos, la única sin pareja en todo ese almuerzo familiar, era yo. ¡Qué ingenua!
¿Saben qué? Como le dije a un gran amigo mío: “Yo ya estoy resignada, por eso no me importa si estoy con alguien o si dejo de estar, le agarré gusto a la soledad, al silencio, a rascarme el culo si tengo ganas, a no peinarme, a no depilarme si no quiero, pero ésa es la diferencia entre vos y yo, yo estoy resignada, ya no miro a los hombres, ya no pienso en ‘lo lindo que sería tener novio’, en cambio vos creés que estás resignado, y prácticamente se te llenan los ojos de lágrimas y el corazón de esperanzas cuando ves a dos personas de la mano.” Okay, puede que haya sido crudo, pero... ¿Acaso no es así?